diumenge, 29 de desembre del 2019

Touch cinema de Valie Export, 1968


Creo que la exposición de FEMINISMOS!, no debería de ser una exposición temporal, sino qué se debería de ser el tema a tratar durante varios meses. De esta manera se podría equilibrar las obres expuestas entre pioneras y contemporáneas; o se podrían hacer jornadas de proyección de distintas performances.

He escogido la obra Touch cinema de Vallie Export, 1968. Por la segunda guerra mundial, los hombres habían dejado el trabajo por la batalla en las disputas bélicas y las mujeres fueron las que se encargaron de que el país siguiera funcionando. Así que trabajaron y comenzaron a tener vida social y activa. Es después de la guerra que vuelven los hombres vuelven a sus casas con la decisión de ser cuidados por sus mujeres por haber tenido que luchar. Las Esposas, hijas y madres, vuelven a ser excluidas del mundo laboral, por no decir del mundo exterior y se sienten condenadas a tener que servirle al hombre de la casa que supuestamente les está dando todo tipo de felicidad con nuevas tostadoras y lavadoras para su tiempo libre. Las mujeres dejan de ser humanos independientes y se convierten en posesión de sus parejas hombres, se convierten en “la mujer de él”. 

Creo que con esta performance Valie Export consigue de una manera muy simple cambiar tornas. La artista quiere denunciar la visión que tiene la Sociedad de la mujer en los años 60. La mujer se convierte en un objeto más a disposición del hombre. De este modo a una mujer se le puede hablar como uno quiera, tratar a su gusto y se le puede exigir que le dedique a un hombre toda su atención y tiempo. Tan intensa es la cosificación, que incluso uno puede poseer una mujer y en consecuencia ignorar cualquier tipo de decisión propia tomada por ella.

 En primera instancia parece que es Valie Export quien se expone, y hasta cierto punto es verdad, pero realmente yo entiendo que la intención de esta performance es exponer la seguridad con la que, los hombres que interactúan con su cine, tratan el hecho, de poder tocar a una mujer sin ni siquiera conocerla. En cierto modo se sobreentendía que la mujer estaba para complacer los deseos morbosos de esos hombres.
Tamaya Arunategui, Crítica de la representación

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