Como una niña prodigio, Francesca Woodman disparó sus primeras fotografías a la temprana edad de los 13 años. Nacida en el año 1958 en Denver, rodeada de Arte. Su madre, Betty Woodman era ceramista y escultora, y su padre, George Woodman, quien le regaló su primera cámara fotográfica con la cual hizo su mayoría de fotografías, era pintor y fotógrafo.
Murió a la temprana edad de los 22 años, en 1981, dejando un gran repertorio de fotografías, aunque se sabe muy poco de su archivo fotográfico.
Tenía una gran sensibilidad, que era reflejada en todo su trabajo. Sus fotografías suaves, tenían un carácter antiguo, espiritual, recubiertas de una aura mágica, más parecidas a las sensibilidades de los surrealistas de los años 50, como Man Ray o Lee Miller, que a sus compañeras contemporáneas.
Conseguía esta estética gracias a la utilización de la larga exposición de la fotografía, lo que conseguía estos seres fantasmagóricos, espirituales, que trascendían de la fotografía, de lo real a lo irreal y a la vez la escenificación de la fotografías, muchas solían hacerse en espacios tétricos como un cementerio o casas abandonadas.
Elisabeth Gumport, en su artículo “The Long Exposure of Francesca Woodman”, en la revista digital “The New York Review of Books” define, a mi parecer, perfectamente la estética de la artista:
“Las figuras desenfocadas son débiles y de aspecto friable, y los tonos frises de Woodman son tan polvorientos como una piedra desmoronada”
“Su muerte no solo arroja una sombra sobre las imágenes, si no que las inunda con una extraña luz espectral, […]. La artista siempre parece anticipar su propia desaparición”
Creo importante destacar el trabajo de Francesca Woodman porque marco una diferencia con las artistas contemporáneas a ella, a pesar de su juventud. Su obra intimista y personal me evoca un sentimiento de tristeza y paz al mismo tiempo, a diferencia de muchas de las obras feministas de la época que tenían un carácter agresivo y reivindicativo. Aunque su trabajo se enfoque en la feminidad como tema principal, resaltando el cuerpo de la mujer desnudo de manera dura e impactante.
La mujer siempre es la gran protagonista en su obra, y casi siempre ella misma es la retratada en sus obras, eso me hace pensar en la profunda vida interior que debía de vivir.
Definiría su fotografía como la representación de su alma, su tristeza y su valentía se sentían en cada parte de sus escenarios. En muchos utiliza el espejo, un objeto utilizado recurrentemente por los Surrealistas. Y que es el espejo sino el reflejo de uno mismo.
Emma Portolés, Crítica de la representació
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