dimarts, 17 de desembre del 2019
Dentro de la exposición de feminismes! de la CCCB, varias obras y fotografías me llamaron la
atención especialmente. Entre ellas destaca el tríptico fotográfico (a las sales de plata) de Fina
Miralles, dona-arbre, de la colección Translaciones. Es la documentación de una acción
realizada en 1973, en Sant Llorenç de Munt. Las fotografías pertenecen a la colección MACBA.
En la obra, la artista se convierte en objeto. Se entierra hasta los muslos simulando ser un
árbol. La mujer, así, sustituye (o se identifica) con el árbol, como símil de la naturaleza. El árbol
es un elemento importante en la historia espiritual y ritual de muchas culturas, y ha sido usada
por diferentes artistas a lo largo de la historia. Esta unión que se crea entre mujer y naturaleza,
con la transformación anatómica en elementos vegetales tales como raíces o ramas, es
representada, por ejemplo, por Frida Kahlo en raices o Louise Bourgeois en topiary III.
Al plantarse, lo que hace es arraigarse a la tierra y las tradiciones en ella impuesta. He leído
sobre la idea de la obra representando una mujer nueva y moderna, que nace de la tierra
labrada para afrontar el futuro. Yo soy más partidario de la otra lectura, un mujer realmente
anclada en el pasado. La tierra representa todas las tradiciones machistas y binarias, que
oprimen a la mujer y la inmovilizar frente a la vida. Una mujer estática, en un estado “vegetal”.
Son posibilidad de opinión o movimiento, obligada a ser lo que le imponen.
Me gusta en especial esta obra por su literalidad, pero realizada de manera ejemplar. Simple y
efectiva. Para leer entre líneas hay que ver claramente las líneas. Una mujer literalmente
plantada en la tierra, inherente a ella.
Juan Aristóbulo Roldán Martínez CAC 1°B
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