RESEÑA SOBRE Let’s take back our space:
‘Female’ and ‘Male’ body lenguaje as a result of Patriarcal Structures DE MARIANNE WEX
Durante mi visita a la exposición Feminismes, en el Centro de Cultura Contemporánea de
Barcelona, voy paseando por las diferentes
salas y muchas de las obras presentadas me llaman la atención, además de
sentirme identificada con muchas de ellas, por no decir la mayoría, debido a
mis diferentes experiencias como mujer viviendo inmersa en un sistema del todo
patriarcal. Muchas de estas obras son explícitas y directas, impactan a la
vista. Pero muchas otras son más bien simbólicas, el público puede y debe hacer
una lectura más allá de lo que se ve. Y es una de estas obras en concreto la
que me llama más la atención de todo el conjunto. Se trata de Let’s
take back our space: ‘Female’ and ‘Male’ body lenguaje as a result of
Patriarcal Structures, de la artista alemana Marianne Wex. Obra que se expuso por primera vez en 1977, resultado de
5 años de trabajo de la artista.
Pero, ¿Por qué esta obra? A primera vista, estéticamente,
la obra me gusta. Se trata de una yuxtaposición de diferentes fotografías en
blanco y negro de personas de diferente género y edad y vestimenta. Al ser
retratos realizados durante los años 70 del siglo XX, desde la mirada actual,
el estilo de estas fotografías podría denominarse “vintage”. Seguramente por
eso esta obra me atrae la primera vez que la veo de forma superficial. Aunque,
cuanto más la miro menos me gusta, sobretodo cuando empiezo a analizarla en
profundidad. ¿Por qué? ¿Qué criterio sigue la artista para ordenar las
diferentes fotografías (independientes entre ellas)? Y lo que es más
importante, ¿Quiere la artista transmitir algún mensaje al público a partir de
su obra (o bien varios)? Antes de intentar responder a estas preguntas, es
necesario describir la obra de forma más exhaustiva. En la parte superior de la
obra, podemos ver tres fotografías diferentes. Las tres tienen algo en común;
en cada una de ellas aparecen dos personas, una que podríamos identificar en el
sexo masculino y la otra en el femenino. En todas ellas, el hombre aparece
sentado con las piernas abiertas y la mujer con las piernas cerradas. Pese a
que los seis personajes a los que nos referimos tienen edades diferentes, cada
pareja tiene en común la diferente postura de cada género.
Bajo esta fila de
tres fotografías, Marianne Wex coloca diez fotografías más, aunque en ellas
sólo aparecen hombres sentados, todos ellos con sus piernas abiertas. Al
contrario que las fotografías seguidamente inferiores, de mujeres, algunas
solas y otras acompañadas, pero todas ellas sentadas con sus piernas cerradas.
Finalmente, en la parte inferior de la obra, aparecen dos fotografías de dos
hombres sentados con las piernas cerradas. A partir de este breve análisis
descubro qué criterio sigue Wex para ordenar los diferentes retratos además de
qué es lo que me disgusta de esta obra. Me recuerda directamente al famoso término
“manspreading” tan popular en la actualidad. La mayoría de personas hemos
sentido la incomodidad en el transporte público de casi no caber en nuestro
asiento por que la persona de al lado (en la mayoría de casos hombres) ocupa
nuestro espacio vital con su postura de piernas abiertas. La artista claramente separa las fotografías
por género y postura, situando a los hombres en una posición superior y
queriendo mostrar claramente que la mayoría de ellos ocupan, simbólica y a la
vez literalmente el espacio vital de las mujeres. Y que los pocos hombres que
no lo hacen, son vistos como más débiles o menos varoniles que los que sí
adoptan esa postura corporal.
Aunque personalmente creo, que esta obra tiene
significados más allá del “manspreading”. De hecho, el lenguaje corporal
“dominante” del hombre hacia la mujer no es un tema que solamente concierne a
la contemporaneidad. Además de tomar fotografías de su entorno para estudiar
esta cuestión, Wex analizó también esculturas e imágenes de diferentes épocas,
incluso de la Antigüedad, para ejemplificar su teoría: el lenguaje corporal de
los dos géneros “tradicionales” es diferente entre sí, mostrando la idea
patriarcal de “superioridad” del hombre sobre la mujer. Centrándonos en la obra
en cuestión, se podría decir que la postura relacionada al género masculino
transmite comodidad, seguridad, incluso poder o superioridad. Al contrario que
la postura “femenina”, que más bien parece expresar cierta fragilidad,
inseguridad o miedo, protección…
Una contraposición simbólica que se hace literal en muchos
casos de la cotidianeidad, tanto de los 70 del siglo XX como de la más reciente
actualidad. Prueba evidente de que, pese a las diferentes olas feministas a lo
largo de estos últimos siglos y a los muchos intentos de muchas mujeres (y
hombres) por conseguir una igualdad de derechos justa, la sociedad a nivel
mundial sigue inmersa en un sistema heteropatriarcal, pese a los muchos avances
conseguidos, que no hay que desmerecer. El arte activista y feminista puede
cambiar la perspectiva de muchas personas, o simplemente hacerlas reflexionar
sobre cuestiones como esta. Por esta razón se debería valorar y divulgar en
mayor medida el trabajo de artistas como Marianne Wex, así como el de todas las
artistas presentes (o no) en la exposición Feminismes.
Mar Toledano
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